¡Hola Amigos! Me llamo Dante y soy un elefante de cinco años y medio. Soy de color gris perla, bajito, delgado y con la cara redonda. Mis ojos son de color negro azabache, mis cejas son marrones al igual que mi pelo; soy muy simpático, por ello tengo una amplia y permanente sonrisa dibujada en mi rostro y escondida bajo mi larga trompa. Mis orejas son grandes y rosadas, y mi mamá dice que tengo la piel tan suave como la de un melocotón.
Vivo en un gran circo de fabulosas y coloridas carpas, situado a las afueras de una gran ciudad. Cuando nací me trajeron a vivir aquí junto con mi mamá y mis dos hermanas mayores, Tina y Cristina que me cuidan y juegan conmigo.
Vivimos junto a otras familias de animales, arlequines, payasos, trapecistas, equilibristas y magos.
A los niños les gusta visitarnos los domingos por la mañana con sus papás y nos regalan caramelos, maíz y cacahuetes. Por la noche, las paredes de nuestro circo se tiñen de luces, colores, magia e ilusión para dar comienzo a un gran espectáculo.
Mis hermanas participan haciendo equilibrios en una cuerda y con una pelota. Mi gran ilusión siempre había sido poder actuar con ellas, pero tenía un miedo horrible a equivocarme, o a caerme al suelo, por lo que siempre acababa llorando y los payasos se reían de mí.
Un día mi mamá decidió ayudarme y me contó que muy lejos de aquí, en el País de
Fue tal mi sorpresa al conocer la existencia de estos seres que decidí confiar en ellos.
El domingo siguiente participé junto a mis hermanas en el espectáculo. Cuando me tocaba realizar los equilibrios me puse algo nervioso y finalmente murmuré: “Duendes de Diamante, Duendes de Diamante, venid a ayudar al Elefante Dante” Al instante mis miedos habían desaparecido, en varios segundos, un esplendoroso haz de luz trajo al escenario una serie de diminutos seres para ayudarme y protegerme, estaban distribuidos por todas partes aunque solo yo los podía ver.
Mi espectáculo fue un éxito, le di las gracias a mi mamá. Y todos los habitantes del circo se pusieron muy contentos conmigo y desde entonces nunca más volví a tener miedo a actuar.
No olvides que si tú también tienes miedo o vergüenza a equivocarte, puedes pedir ayuda a los Duendes de Diamante… no se lo digas a nadie, es un secreto. Y recuerda que no hay nada que nunca puedas conseguir…
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