Cuando ví a María, lo primero que me llamó la atención fue su indumentaria. Como era un día muy frio, llevaba unos pantalones de gruesa lana amarilla, el abrigo salpicado de flores y en la cabeza un amplio sombrero rojo.
A simple vista no se distinguía si tenía diez o cincuenta años, pero eso no me importó y sin decirle nada decidí seguirla hasta su casa.
Desde que empecé a seguirla hasta que llegamos a su casa nevó y salió el sol durante tres veces consecutivas. Cada vez que nevaba a María se le inundaba el sombrero de nieve y ella se lo quitaba y lo sacudía contra alguno de los coches.
María vivía en las afueras de la ciudad donde vive la gente más pobre y empiezan las chavolas y las casas de los jitanos.
Su casa estaba situada en un estrecho sendero en cuyos márgenes habían plantados manzanos y algunas flores de invierno.
A mi me llamó la atención su casa pues en nada se parecía al resto de casas y chavolas que se veían por los alrededores.
Su casa era una especie de palacete muy viejo y en ruinas, pero a pesar del tiempo aún conservaba algo de su antiguo esplendor. Era rosa y alrededor de las amplias ventanas y de la puerta se apreciaban algunas incrustaciones de piedras diminutas de colores.
Cuando María se dispuso a abrir la puerta, se giró de repente y me indicó con la mano que yo también podía entrar.
En el interior de la casa se mezclaban muebles y objetos del más diverso estilo y procedencia.
A l fín llegamos a un amplio salón dividido en dos por un biombo de pájaros amarillos y de rosas gigantes. Allí se quitó el sombrero y el abrigo y pude comprobar a través de los rasgos de su cara que María, (En realidad, yo la he bautizado con el nombre de María pues ella nunca me dijo su nombre...) era Oriental, Sin embargo no puedo precisar el País de procedencia, todo en ella era equívoco, E n realidad podía ser de tantos lugares!.
- ¿Te apetece una taza de té?, me dijo,al tiempo que me regalaba la mejor de sus sonrisas.
Yo asentí con la cabeza. Dsde que había entrado en la casa tenía unas sensaciones muy extrañas, Por un lado me intrigaba "María" y la forma, un tanto peculiar como la había conocido.. Me gustaba estar allí, pero por otro lado, me inquietaba y me venían ganas de escapar corriendo.
Cuando María se dirigió a la cocina a preparar el té yo empecé a curiosear todos los objetos que inundaban el salón. Allí había un caballo de madera al lado de un jarrón chino, una muñeca gigante de porcelana y un cuadro en el que estaban representadas las estaciones. Sin embargo lo que más me llamó la atención fue fue una gran mesa de marmol repleta de libros y de cuentos.
Mientras observaba uno de los cuentos, María entró en el salón con dos tazas de té. y me indicó que me sentara al lado suyo en un sillón amarillo. Dispuso las dos tazas de té y después de habrir las cortinas. tomó asiento a mi lado.
En el exterior, caían gruesos copos de nieve y se adivinaba que hacía mucho frio porque la luz estaba teñida de gris y tachada a veces por amplias franjas negras.
Sin mediar palabra empezamos a tomar el té. Después de concluir un largo sorbo, María adelantandose a los deseos de mis pensamientos empezó a contarme su vida.......
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Hace 15 años
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